28.03.2021
A las pocas horas de ser convocadas las elecciones madrileñas, ustedes y el que suscribe ya sabíamos los candidatos y candidatas de cada fuerza política, dimisión incluida del vicepresidente segundo del gobierno.
Recuerdo un afamado jefe político que tuvo el cronista que tenía la costumbre de someter sorpresivamente un tema a votación y. a continuación y una vez decidida la cosa, afirmaba: abramos un debate.
Naturalmente, si en el debate decías lo contrario a lo votado eras expulsado o expulsada.
En días posteriores a ser designados y designadas, las cabezas de las candidaturas, se han ido rellenando los huecos, anunciando dimisiones, para incorporarse a esta o aquella lista o fichajes más o menos controvertidos.
Así que las candidaturas parecen decididas y no; usted no se ha perdido nada: de las primarias ni se ha hablado.
Puesto que las candidaturas han de presentarse entre el 26 de maro y 31 de abril, entenderán los profundos y largos debates que se han producido entre las bases sobre las candidaturas. Afiliados y afiliadas han llenado plazas virtuales, han corrido a votar a sus sedes…a votar nada, en realidad.
Recordaran ustedes que la nueva política había llegado para transformar a los burocratizados partidos políticos, secuestrados, por supuesto, por sus cúpulas. Naturalmente, esto ha cambiado: ahora son los hiperlíderes quienes deciden las candidaturas.
Como ya imaginan, las bases han decidido cargarse a Aguado y poner a Iglesias. Las bases del PP han aplaudido a Cantó y las incorporaciones del PSOE a su lista, a dos años vista, ha sido muy aplaudida por las agrupaciones que un día de estos se reunirán …a votar, por supuesto.
Dicho sea de paso, nadie conoce a casi nadie, salvo a los líderes, así que poco hay que reflexionar.
Sea como fuere, la política se ha renovado profundamente y tal como nos prometieron las cúpulas de los partidos no pintan nada. Es decir, la gente democráticamente elegida en los congresos partidarios ha pasado a no pintarla, porque el que la pinta y decide es el líder o lideresa, que goza, como se sabe, de la infinita confianza de las bases.
O sea, estimados ciudadanos y ciudadanas: antes, nos quejábamos porque apenas un millón de personas afiliadas decidían los destinos de quienes nos regirían, en listas bloquedas. Ahora, la política profundamente renovada ha llevado esta cifra a la ingente cantidad de una docena. Es lo que hay.
Ciudadanía y bases se incorporan a la lista de «primos» que observamos desde la platea, puñaladas, dimisiones, juegos de tronos, etcétera, en un proceso que ha reducido la participación política de la vieja política y deja todo en manos de los asesores.
No importa quién va en las candidaturas, importa quien se encarga del relato dominante si Redondo o MAR.
La participación se ha reducido a animarse con la polarización. Terreno donde siempre gana el populismo. Ese es el sueño que anima a Iglesias y que convierte a Ayuso en el voto útil del populismo más extremo.
Una polarización que nos dejará debates muy brillantes, no les quepa duda: ¿Quién mata más: Ayuso o Sánchez? ¿A quién debemos odiar más: a franceses o al barrio de Salamanca? ¿Quién abre más bares: Ayuso o Merkel? Y así sucesivamente.
Es lo que hay: el populismo que es el pueblo, pero sin el pueblo. O sea, el cargo es lo primero, las primarias van después, luego, ustedes, que son los primos.