La distancia afectiva, la verdadera distancia social.
´Nosotros, con nuestras vidas, somos como islas en el mar, como árboles en el bosque. El arce y el pino pueden susurrarse el uno al otro con sus hojas… Pero los árboles también entrelazan sus raíces en la profundidad de la tierra, y las islas también están unidas a través del fondo oceánico…»
William James.
Acaso debido a la inapropiada utilización por los responsables del la gestión de la epidemia del COVID-19, nos hemos acostumbrado a emplear el término distanciamiento social como sinónimo de distanciamiento físico o interpersonal, cuando en realidad no existe tal sinonimia.
Porque la concepción social del hombre, tanto desde el punto de vista aristotélico como desde la Teoría de la Evolución, de Darwin, va mucho más allá del concepto físico de las distancias entre las personas, para adentrarse en patrones culturales y afectivos compartidos por la sociedad.
En el poema ´Como islas en el mar´, del americano Williams James, filósofo y psicólogo fundador de la Psicología Funcional, los árboles, y también las islas, parecen estar separados físicamente, cuando realmente no lo están. Los árboles se unen entrelazando sus raíces en el subsuelo para crecer más frondosos, y las islas comparten sus cimientos en el lecho marino para ascender hasta la superficie más fértiles y resistentes al embate de las olas.
Es esa parte oculta, la que en el poema de Williams James anula la distancia física entre los árboles y entre las islas, la que extrapolada al ser humano da cuenta del verdadero distanciamiento o acercamiento social. En este sentido, los afectos, la empatía, la solidaridad, la generosidad, el altruismo, la calidez de la mirada, el llanto compartido o la sonrisa que se escapa por encima de la mascarilla para llegar hasta los ojos, las palabras de consuelo o de ánimo -más que la separación física- son las variables que realmente dimensionan la distancia social entre las personas.
Así que puede resultar un contrasentido que se le pida distanciamiento social a una sociedad cada vez más distanciada socialmente. Una sociedad donde la ausencia de afectos, la falta de empatía, las conductas individualistas o la incomunicación conforman unos patrones culturales que, por ser incompatibles con la condición social del hombre, atentan contra la supervivencia de la humanidad de forma mucho más letal que la actual epidemia de COVID-19 u otras más virulentas que nos puedan venir en el futuro.
José Juan Sosa Rodríguez.