¿Desde su posición de académico y asesor internacional cree usted que ya estamos en la post pandemia al menos desde el punto de vista de la industria turística?
Todavía es pronto para poder realizar una evaluación definitiva. Ciertamente, el sector da muestras de recuperación en conexión aérea, hostelería, ocupación hotelera en ciudades u otras actividades y servicios afines. También, se observa una transformación de procesos por la digitalización en la gestión de producto turístico (automatización de tareas reiterativas, sistemas mecanizados de registro o control de viajeros, promoción digitalizada, etc.), la implementación de soluciones sostenibles y el uso de la inteligencia de negocio como base de análisis para la gestión turística.
En dos años, podríamos estar en los niveles de actividad de negocio o empleo previos a la pandemia en muchas regiones. Pero tardará algo más recuperar el nivel de los salarios relativos, los ingresos o las cifras de viajeros. Además, hay que considerar los efectos macroeconómicos o en la definición de la cadena de valor resultado de la persistencia y escalada de conflictos internacionales.
Y desde su posición de observador internacional, ¿considera usted que actualmente y tras la pandemia, las relaciones entre la industria turística y las instituciones nacionales o regionales ha mejorado o han empeorado? ¿cree que las autoridades escuchan a la industria turística?
No quisiera entrar sobre a quién deban de escuchar nuestras autoridades. Pero, la historia nos demuestra que aquellos qué se desconectaren del sentir, del interés y de la necesidad de los ciudadanos habrán de enfrentarse con la indiferencia o la oposición vehemente de sus representados. Las empresas u otros agentes del sector turístico legítimamente pueden, como parte de la sociedad civil, sensibilizar a nuestros representantes sobre la idoneidad de determinados desarrollos normativos. En general, creo que hay entendimiento. Pero también es cierto que la complejidad de los retos actuales es mucha. Y esto puede ser un problema en situaciones en las que el ritmo político es distinto al pálpito de las necesidades sociales o económicas. La desavenencia en la interpretación de lo que es urgente y de lo que es importante puede crear frustraciones en uno u otro ámbito.
¿Qué tendencias puede prever respecto a la “normalidad” de la industria turística?
Son varias. La primera tendencia es la creciente profesionalización del sector. Tanto por el nivel de cualificación técnica de nuestros profesionales como por la adecuación de la formación universitaria a las necesidades reales de la industria. La segunda tendencia es la gestión inteligente de productos y servicios gracias al análisis de datos en tiempo real. La tercera tendencia es la personalización de la experiencia turística: el nuevo turista es quizás más sensible y exigente, con necesidades cada vez más específicas. Además, este turista es prescriptor del producto que disfruta, influyendo en un entorno que se fía de sus recomendaciones más que de la publicidad tradicional. La última gran tendencia es la sostenibilidad económica, social y ecológica. Las empresas no solo respetan y obedecen las leyes. Además, se obligan por la necesidad y el interés a optimizar los procesos y sus costes.
¿Cómo la digitalización y el uso de la tecnología ayuda a la a la industria turística?
El sector turístico es protagonista en el gran salto tecnológico que se ha producido en los últimos años. No hay ningún tipo de actividad turística ajena a este impacto innovador. La competitividad tiene una base fundamental en herramientas digitales y tecnológicas. Gracias a estas las empresas no solo conoce mejor a su cliente, además acceden a él de manera más directa y personal cuando el cliente requiere información, integrándose de manera natural en su rutina. Además, esta tecnología permite mejorar el uso de los recursos tanto a nivel interno de empresas como en el gran conjunto: los países, las regiones y el planeta. Movilidad, trazabilidad, inteligencia artificial, domótica, sensores, medios de pago, canales de información, computación… El aluvión de soluciones es abrumador y obliga a no pocos reajustes tanto en gestión empresarial como en inversión pública y adecuación legislativa.